
La jerga popular ha bautizado como delgada o delgado a aquellas personas que siempre han sido delgados, con un peso corporal por debajo del mínimo que le corresponde de acuerdo a su talla, edad, sexo o estructura corporal.
En general, casi todas las personas delgadas presentan características comunes entre sí en sus hábitos y costumbres alimentarias, por ejemplo: inapetencia, falta de apetito, hacen pequeñas ingestas, saltean comidas, se llenan con pequeños bocados, separan los alimentos en el plato, no terminan el plato en su totalidad, ante cualquier imprevisto o circunstancia dejan de comer, no les interesa mucho la comida, etc.

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Hábitos alimentarios
Estas costumbres alimentarias se transmiten por lo general de padres a hijos, o bien se adquieren de algunas de las personas que conforman el ambiente familiar.

Desde ya, cuando esta situación es muy exagerada, pueden aparecer signos de carencia nutricional.
Cuando una persona es constitucionalmente delgado, con algunos kilos por debajo de su peso, y esto es producto de sus hábitos y no por realizar dietas de adelgazamiento no controladas, se produce un balance y adecuación metabólica que les permite una vida totalmente normal y sin desnutrición.
Peso corporal y estrés
Si el peso corporal se encuentra muy por debajo del límite inferior del peso normal, impacta de una manera importante en estas personas, que sienten muchas veces, modificaciones en su esquema corporal produciéndoles generalmente insatisfacción y angustia. Este es el motivo más común por el cual estas personas delgadas solicitan ayuda profesional.

A las personas delgadas les cuesta mucho subir de peso y lo suelen perder con gran facilidad. Ocurre esto muchas veces ante situaciones de “estrés”, ya sea emocional, infeccioso, quirúrgico o por exceso de ejercicios físicos.
Si usted es una de estas personas y le cuesta mucho subir de peso, no dude en solicitar ayuda a un profesional. Y no se olvide que es siempre más sano tener algunos kilos de menos que algunos de más.